EMBLEMÁTICO COSO ARAGONES DONDE REVIVIMOS HISTORIA, CULTURA Y TRADICIÓN
Un poco antes del mediodía, la luz del sol aragonesa ilumina la majestuosa Plaza de Toros de Zaragoza, revelando los secretos de una joya arquitectónica que, más allá de su función taurina, guarda historia y tradiciones de una ciudad vibrante.
Situada en el corazón de Zaragoza, esta plaza es un testimonio vivo de la pasión y el fervor cultural que caracteriza a sus habitantes.
Al llegar, uno no puede evitar sentirse atraído por la imponente fachada de estilo neomudéjar, que combina ladrillo y azulejos coloridos en un abrazo entre la tradición y la modernidad. Nuestro guía, Miguel Ángel de la DPZ, con un talante acogedor y un gran conocimiento, nos recibe en la entrada principal, dispuesto a llevarnos en un viaje a través del tiempo.
El recorrido empieza en la capilla de la Plaza, un espacio íntimo donde los toreros encuentran un momento de paz y reflexión antes de enfrentar el desafío en el ruedo. La sobriedad del lugar, adornado con imágenes religiosas, contrasta con la adrenalina y emoción del espectáculo taurino. Miguel Ángel explica cómo la fe juega un papel crucial en la vida de un torero. Contemplamos una talla de la Virgen del Pilar impactante.
La visita sigue hacía el ruedo, el alma de la plaza. Pararse en el centro del ruedo, rodeado por las gradas vacías, es una experiencia única. Aquí, Miguel Ángel nos permitió fotografiarnos. Así, el grupo cultural Senior de la Fundación Capiunt quedó inmortalizado.
En el museo taurino pudimos admirar trajes de luces, capotes y fotografías históricas que cuentan las hazañas de legendarios toreros. Miguel Ángel nos relata con pasión anécdotas de corridas épicas y momentos que quedaron grabados en la memoria de la ciudad. Entre vitrinas, destaca una sección dedicada a Antonio Bienvenida y El Niño de la Capea, cuyos nombre resuenan con la fuerza de leyendas.
